Señor, salva mi alma
dispón que tu gracia penetre
hasta los perdidos y recónditos
recovecos de mi espíritu.
Y desde allí,
veremos juntos resplandecer,
como la primera luz
prístina y pura que se retrepa
entre los montes,
la conversión,
que me transformará guiando mis pasos.
por que tengo sed,
hambre de infinito,
por que sólo tu tierna mirada,
puede traducir mis más profundos
anhelos humanos de grandeza, de altura,
pero enséñamelos desde
la humildad del silencioso servicio,
de la entrega callada
en el día a día,
haciendo que mi vida no sea vida común
sino una vida extraordinaria.